miércoles, 25 de mayo de 2016

Oriental Corriendo van por la vega, a las puertas de Granada, hasta cuarenta gomeles y el capitán que los manda. Al entrar en la ciudad, parando su yegua blanca, dijo éste a una mujer que entre sus brazos lloraba: _ Enjuga el llanto, cristiana, no me atormentes así, que tengo yo, mi sultana, un nuevo Edén para ti. Tengo un palacio en Granada, tengo jardines y flores, tengo una fuente dorada con más de cien surtidores. Y en la vega del Genil tengo parda fortaleza, que será reina entre mil cuando encierre tu belleza. Y sobre toda una orilla extiendo mi señorío; ni en Córdoba ni en Sevilla hay un parque como el mío. Allí la altiva palmera y el encendido granado, junto a la frondosa higuera cubren el valle y collado. Allí el robusto nogal, allí el nópalo amarillo; allí el sombrío moral crecen al pie del castillo. Y olmos tengo en mi alameda que hasta el cielo se levantan, y en redes de plata y seda tengo pájaros que cantan. Y tú mi sultana eres; que, desiertos mis salones, está mi harén sin mujeres, mis oídos sin canciones. Yo te daré terciopelos y perfumes orientales, de Grecia te traeré velos, y de Cachemira chales. Y te daré blancas plumas para que adornes tu frente, más blancas que las espumas de nuestros mares de Oriente; Y perlas para el cabello, y baños para el calor, y collares para el cuello; para los labios.... ¡amor!- _ ¿Qué me valen tus riquezas

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