martes, 10 de mayo de 2016
El personaje protagonista del drama de Schiller, el mencionado Carlos Moor, presenta entre los rasgos que configuran su personalidad esa fatalidad, tan romántica, de sentirse inerme ante los impulsos del destino, de la misma manera que lo está nuestro don Álvaro, sometido a la fuerza del sino, en la obra del Duque de Rivas, o algunos otros personajes marginales, como la prostituta, según he estudiado no hace mucho tiempo2. Hay, al parecer, un hado trágico que planea sobre estos personajes y que los determina a convertirse en seres fuera de la ley, sin que puedan hacer nada por evitarlo. Algo de esto se advierte claramente en el personaje de Schiller, que se lamenta de su suerte en un dramático monólogo, al que pertenecen estos versos según una traducción española de los años treinta:
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