lunes, 9 de mayo de 2016
La curiosa conversación entre el gobernador civil de Córdoba y el bandido prisionero sigue aún en términos parecidos, aspecto que resulta altamente paradójico, porque hablan, como hemos visto, de amena literatura e intentan conciliar de alguna manera el prototipo del bandido que presenta Schiller con la realidad de algunos bandoleros andaluces, entre los que se incluyen José María el Tempranillo y Diego Corrientes. Interesa, por el momento, recordar este dato: una pieza teatral plenamente romántica y unas actitudes personales más o menos históricas que se conforman parcialmente con un héroe literario. Resulta también un poco chocante el gran conocimiento que de la obra alemana manifiesta el bandido, pero en otro lugar se dice que su formación cultural es bastante amplia, algo también atípico entre los malhechores.
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