domingo, 19 de diciembre de 2010

El perro


PARA ALIVIAR LA TENSION
'EL PERRO'
Un carnicero estaba apunto de cerrar su negocio cuando vio entrar un perro. Trató de espantarlo, pero el perro volvió.
Nuevamente intentó espantarlo, pero entonces se dio cuenta que el animal traía un sobre en el hocico.
Curioso el carnicero abrió el sobre y en su interior encontró un billete de 50 euros y una nota que decía: "¿Podría mandarme con el perro 1kg de carne picada de ternera y 1/2kg de pierna de cerdo?"
Asombrado, el carnicero tomó el dinero, colocó la carne picada y la pierna de cerdo en una bolsa y puso la bolsa junto al perro, pero olvidó darle el cambio al perro.
El perro empezó a gruñir y a mostrarle los colmillos.
Al darse cuenta de su error, el carnicero puso el cambio del billete en la bolsa; el perro se calmó, cogió la bolsa con el hocico y salió del establecimiento.
El carnicero, impresionado, decidió seguir al cánido y cerró a toda prisa su negocio.
El animal bajó por la calle hasta el primer semáforo, donde se sentó en la acera y aguardó para poder cruzar.
Luego atravesó la calle y camino hasta una parada de autobús, con el carnicero siguiéndole de cerca. En la parada cuando vio que era el autobús correcto, subió seguido por el carnicero.
El carnicero, boquiabierto, observó que el can erguido sobre las patas traseras, tocó el timbre para descender, siempre con la bolsa en el hocico.
Perro y carnicero caminaron por la calle hasta que el animal se detuvo en una casa, donde puso las compras junto a la puerta y, retirándose un poco, se lanzó contra esta, golpeándola fuerte. Repitió la acción varias veces, pero nadie respondió en la casa.
En el colmo del asombro, el carnicero vio al perro tomar la bolsa con el hocico, rodear la casa, saltar una cerca y dirigirse a una ventana. Una vez allí, tocó con las patas en el vidrio varias veces, sin soltar la bolsa; luego regreso a la puerta.
En ese momento, un hombre abrió la puerta... y comenzó a golpear al perro. El carnicero corrió hasta el hombre para impedirlo, diciéndole: "¡¡Por Dios, amigo!!, ¿Qué es lo que está haciendo?. ¡Su perro es un genio!..... ¡Es único!"

El hombre, evidentemente molesto, respondió: "¡¡Qué genio ni qué coño!! Esta es la segunda vez en esta semana que se le olvidan las llaves.... ¡¡y yo en el baño!!."

MORALEJA:

Por más que te esfuerces y cumplas más allá de tu deber en el trabajo, a los ojos de un jefe siempre estarás por debajo de lo que él quiere.

"No te tomes tan en serio la vida...

¡¡Al fin y al cabo no saldrás vivo de ella!!"

domingo, 5 de diciembre de 2010

La cegundad hedad



...Una persona joven me preguntó cómo me sentía siendo vieja.
Esta pregunta me chocó un poco ya que no pensaba en mí como viejo.
Viendo mi reacción, los jóvenes se quedó confundido pero le expliqué que su pregunta era interesante y que lo pensaría y se lo haría saber después de reflexionarlo.
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La vejez, decidí, es un regalo.
Ahora soy, probablemente por primera vez en mi vida, la persona que siempre he querido ser.
¡Oh, no mi cuerpo!
Me desespero alguna vez sobre mi cuerpo, las arrugas, los ojos hinchados o el pecho y trasero caídos.
Y a veces me frustro por lo vieja que me veo en el espejo pero no agonizo sobre ello mucho tiempo.
Nunca cambiaría mis amigos asombrosos, mi vida maravillosa, mi familia cariñosa por un pelo menos gris o un vientre más plano. Envejeciendo me he hecho bueno conmigo/as mismo y menos critica.
Me hecho amigo de mi mismo.
No me regaño por comer una galleta de más, o por no hacer mi cama o por comprar algunas cosas que no necesito pero que me gusta tener en mi casa.
Pienso que me lo merezco y me doy el permiso de una extravagancia de vez en cuando.
He visto a muchos amigos queridos dejar este mundo demasiado pronto; antes de que pudieran entender la gran libertad que viene del envejecimiento.
Si elijo leer o jugar en la computadora hasta las 4 de la madrugada y después dormir hasta mediodía es asunto mío.
Bailo conmigo mismo al son de esas notas maravillosas de los años 60 o 70 y si, al mismo tiempo, deseo llorar por un amor perdido, lo hago.
Ando por la playa en un bañador y me zambullo en las olas con abandono si elijo hacerlo a pesar de la mirada de compasión de los que me miran.
Ellos también se harán viejos.
Sé que, a veces, soy olvidadizo. Pero allí, otra vez, algo de la vida se puede más bien olvidar.
Y al final recuerdo las cosas importantes.
Es cierto también que en mi vida mi corazón a veces se ha roto pero cómo puede tu corazón no romperse cuando pierdes a una persona querida, o cuando un niño sufre, o hasta cuando tu perro querido es matado por un coche.
Pero los corazones rotos son lo que nos dan elasticidad, fuerza, comprensión y compasión.
Un corazón que nunca se ha roto es prístino y estéril y nunca conocerá la alegría de ser imperfecto.
Me siento bendecido por haber vivido bastante tiempo para tener mi pelo gris y para hacer que mis risas jóvenes se hayan grabado en surcos profundos en mi cara.
Muchos que nunca se han reído, se han muerto antes de que su pelo se volviera de plata.
Cuando te haces viejo es más fácil ser positivo.
Te preocupas menos por lo que piensa la gente.
Te has ganado el derecho a no ser perfecto.
Así pues, para contestar a la pregunta, me gusta ser vieja..
Me ha dado la libertad.
Me gusta la persona en que me he convertido.
No voy a vivir para siempre, pero mientras estoy aún aquí, no perderé el tiempo en lamentarme por lo que habría podido ser o en preocuparme por lo que será.
Comeré el postre cada día (si me da la gana).
¡Què la amistad nunca se venga abajo, especialmente cuando viene directamente del corazón!
¡Qué tengas un arco iris de sonrisas en tu cara y en tu corazón para siempre!''