domingo, 9 de mayo de 2010

La Regenta 8



La Regenta 8
momentos después de haberse retirado la sirvienta, se abrió la puerta del calabozo y entraron dos hombres armados. Uno de ellos ye baba un hacha y el otro un candí encendido, y con voz ronca
le dice Arrodíllate, Regenta la duquesa hizo lo que le decían creyendo que ya había ye gado su hora. Conrado que a sin se llamaba el de la voz ronca le dice dame tu hijo, y tú, Enrique, que se llamaba el otro tápales los ojos y diciendo esto se adelanto para coger al niño
y alzó el hacha Pero Regenta, estrechando a su hijo entre sus brazo es clamo al cielo, y dijo no abra sobre la tierra
descanso para el que llega a derramar sangre de un inocente Conrado, sin bajar el hacha, que conserva levantada repuso yo por mi parte, me limito a obedecer ordenes si eso no es justo el que me manda responderá ante Dios. No obstante, Regenta prosiguió suplicando y quejándose No veis a un niño inocente que jamás a podido hacerle daño a nadie sólo
vosotros seréis responsable de teñís la tierra con la sangre de un inocente niño y
la Naturaleza se estremece de horror en el momento en que la inocencia se a sacrificada. Y en lo sucesivo os es treme seréis con el mas leve ruido de una hoja caída de un albo y jamás en contraharéis la paz por donde quiera que valláis os es taran mirando miles de ojos os contempla en este instante. Conrado que permanecido hasta aquel momento sin hablar una palabra, limpio una lágrima que resbalaba por su mejilla, y dijo Te digo, que esto me destroza el corazón. Vamos a dejarla vivir. Si quieres sangre hunde tu hacha en el corazón de Sigifredo que es el único culpable.
La duquesa no nos as hecho siempre mas que bien y si no, acuérdate de cuando, hace poco tiempo, estuviste enfermo. De todos modos, es preciso que muera- repuso Conrado- ahora, no viene a cuento
nada de cuanto Yo también encuentro muy duro quitarle la vida pero piensa si no lo asemos moriremos nosotros dos. Los dos hombres quedaron pensativos Tan sólo Enrique la contempló un momento a Regenta con la vista empañada por las lagrimas y exclamo que Dios se apiade de ti y vele por vuestra vida y la de vuestro hijo. Si el no
tiene más compasión que han tenido los hombres, en este lugar desierto estáis perdida irremediablemente.
Los dos hombres dieron media huerta y marcharon dejando sola a Regenta y a su pequeño hijo…con YO MISMO

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