domingo, 18 de abril de 2010

La regenta 5


LA REGENTA 5
El criado que dejo el duque al frente de su cortijo y de sus bienes se
Llamaba Sigifredo era un hombre de poco cararte de regular educación que con sus astuta conducta y melosas frases captaba, la simpatías general de cuantos lo rodeaba por lo cual no era obstáculo para que fuera un hombre perverso y sin escrúpulos y muy egoísta que jamar pensaba si lo que hacia hera bueno o malo solo pensaba en el.
Sigifredo sintiéndose dueño y señor de todos los bienes del duque viéndose con más dinero que el propio duque comenzó a derrochas los dineros de éste en fiesta y orgías que preparaba en el propio cortijo tanbien alternaba con los amigos del duque
disminuía el jornal a los criados y jamás daba un céntimo a nadie ni siquiera un mendrugo de pan. Regenta siempre lo trataba con respeto. No obstante, siempre se mostró reservada con Sigifredo, sin entablar con él otra conversación que no fuera la del servicio domestico,
y aun estas pocas palabras las aprovechaba Regenta para aconsejarle que dejara empar al servicio domestico.
Al principio, Sigifredo aparentó que la obedecía pero realmente trató de suavizar su escandalosa conducta; pero no tardo en recobras su cinismo asta el extremo de hacer a la duquesa proporciones deshonrosa a lo que contesto la duquesa escupiéndole a la cara con todo coraje y desprecio del que se merecía. Sigifredo
Escribió a duque que la duquesa era una mujer des honesta. pero no contento con esto, mientras llegaba la respuesta, encerró a la duquesa en lo más profundo y sombrío del cortijo.
Sigifredo conociendo muy a fondo el carácter del duque
sabía que éste era generoso y compasivo pero sabia que al recibir la carta este sacaría lo más profunda rabia.
La habitación que estaba en serrada la duquesa era fría oscura como si fuera una especie de bóveda donde avía ratas como elefantes las paredes llenas de humedad el suelo no se sabia de que color era pues lo cubría el musgo y la humedad la débil luz que entraba por un pequeño tragaluz para hacerle ver el jergón de paja y el cántaro de latón con el agua y portado alimento un mendrugo de pan. Regenta comenzó por dejarse caer lentamente sobre el jergón de paja que había de servirle de cama, temblando de terror y angustia.
Cuando, volvió en si y se dio cuento de la espantosa situaciones que se veía, recobró el uso de la razón y murmuro Dios, que me ves en
Esta Es pastosa prisión no me dejes y ayúdame As que vuelva mi esposo. Regenta permaneció en su prisión durante
mucho tiempo sin que en todo este tiempo viera a nadie a excepción del Sigifredo, el cual no cesaba de repetirle sus des honrosas proposiciones, prometiéndole reparar públicamente su honor y ponerla en libertad. Regenta sin embargo firme en su dignidad y respondía siempre- Prefiero morir mil veces antes que ser des honrada a los ojos de los hombres… continua. YO MISMO

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