lunes, 7 de junio de 2010
LA REGENTA
La Regenta 12
El duque se quedo mirando fijamente durante mucho tiempo a su
Esposa sin poder articular palabra hasta que, por fin rompiendo en. llanto exclamó –regenta mi querida esposa,
No merezco que me perdones ni siquiera me atrevo a levantar la cabeza para mirarte.- Mi querido esposo jamás abrigué contra ti el menor resentimiento pues siempre he creído que
eras víctima de una infame calumnia levántate y ven a mis brazos No ves lo contesto que estoy por que te eh encontrado.- De nuevo
pregunto el duque sin atreverse a mirarla no me diriges ni un solo reproche, ni una sola critica eres un ángel como eh podido abandonarte en este desierto, y quien me a dirigido a esta, servá inmunda cera para hacerme pagar por todos mis pecados. Mientras hablaban de este modo llego el niño que avía estado dando huertas por el bosque sin rumbo creyendo a su madre muerta sin otra vestimenta que cuatro harapos y cuatro hojas de calabaza sirbreste, descarzo y con los Pier llenos de heridas, en la mano llevaba un muniato sírbrerte que lo estaba devorando con ansias.
El niño se quedo mirando con espanto, y aterrorizado, sin pronunciar una sola palabra. Luego, miró a su madre, y dijo, al verla con la cara llenita de lagrimas.- No llores mamá éstos son alguno de esos hombres malos que vienen a llevarte con ellos y dando un salto como si fuera un conejo se puso al lado de su madre, y continuó, Yo no permitiré que te ocurra nada. Antes que te ocurra nada tendrán que matarme ami.- No temas nada hijo mío respondió la Regenta
este señor es tu padre y no quiere acerté daño alguno. tu padre, ha venido para llevarnos con él a su casa. Al oír estas palabras, el niño
miro a su padre atentamente. y en sus ojos azules se reflejo una inmensa alegría. El duque al contemplar al niño vio que era su propio retrato, se le puso un nudo en la garganta los pelos como escarpias no pudo pronuncias palabra, sintió una inmensa alegría al darse cuenta que tenia un hijo de siete años al que no avía visto crecer por culpa de una calumnia. al fin le invadía la ternura al ver al pobre niño con los Pier desnudos llenos de heridas el cuerpo muy moreno por el sol radiante del desierto las manitas sucias de escarba en la tierra para buscar raíces. El duque exclamo desahogando en un grito todo el sentimiento que llenaba su corazón.- Ven aquí hijo mío, y dándole un tierno abrazo tomo al niño en uno de su brazos mientras ceñía a regenta con el otro… continua
YO MISMO
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