En el pueblo, de arriba en un paraje rodeado de montañas y árboles. Había una mujer mayos y
Un día al atardecer envío a sus tres nietos con una cesta muy grande para la compra de víveres. Los tres muy contentos, por la confianza que su abuela había depositado en ellos, salieron con la bolsa del dinero andando por la vereda. Al llegar a un puente vieron un pobre anciano que les preguntó a dónde vais. Y Les aconsejó, que ya era tarde que fueran por un atajo. Dándole las gracias se metieron por el atajo y a los pocos metros dos bandidos, amigos del pobre anciano, les robaron el dinero, la cesta y asta la ropa.
Llenos de vergüenza, de rabia y miedo regresaron a su casa y le contaron a su abuela lo sucedido. Ésta les habló en tono sereno, los calmó, les dio de cenar, y los acostó dándoles un beso en la frente.
Antes de salir por la puerta del dormitorio le pregunto a uno tú Juanito, qué has aprendido de esto Yo, abuela he aprendido que no nos podemos fiar de los mayores porque siempre nos engañan.
Sonriéndole le dijo. te equivocas, yo soy mayor y jamás te he engañado.
Mirando al otro nieto repitió la pregunta. Y tú Javier que has aprendido. Yo, abuelo he aprendido a esperar lo inesperado. Y mirando al último de sus nietos le pregunto. Y tu Pepito que as aprendido yo he aprendido que en los tiempos que corren no hay que fijarse de nadie… YO MISMO
sábado, 24 de enero de 2009
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1 comentario:
Pues si, como estan los tiempos no te puedes fiar de nadie,jajaja
Besos cuñao.
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