Usaba poner cabe sí un jarrillo de vino
cuando comíamos, y yo muy de
presto le asía y daba un par de besos callados y tornábale a su lugar. Mas
durome poco, que en los tragos conocía la falta, y, por reservar su vino a
salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa
asido. Mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo con una paja
larga de centeno que para aquel menester tenía hecha, la cual, metUsaba poner cabe sí un jarrillo de vino
cuando comíamos, y yo muy de
presto le asía y daba un par de besos callados y tornábale a su lugar. Mas
durome poco, que en los tragos conocía la falta, y, por reservar su vino a
salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa
asido. Mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo con una paja
larga de centeno que para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola
en la boca del jarro, chupando el vino, lo dejaba a buenas noches. Mas,
como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió, y dende en
adelante mudó propósito y asentaba su jarro entre las piernas y atapábale
con la mano, y así bebía iéndola
en la boca del jarro, chupando el vino, lo dejaba a buenas noches. Mas,
como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió, y dende en
adelante mudó propósito y asentaba su jarro entre las piernas y atapábale
con la mano, y así bebía
viernes, 15 de julio de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario